Ponzoña {Libre}

No sabía bien donde estaba hasta que había visto aquel letrero. ‘’Bienvenido a Forks’’. Repetí esa imagen incansablemente en mi mente, intentando distraerme, que nombre más extraño y un poco ridículo para un sitio. ¿Quién vivía ahí? Nadie. Absolutamente nadie, sin embargo el aroma que tenía inundaba mi nariz. Podía distinguir perfectamente aquel olor que había seguido desde Seattle. ¿Acaso nadie más lo notaba? Era dulce, muy dulce, y apenas había llegado al pueblito se había intensificado.

Abrí mis ojos de golpe. Al norte unos ciervos bebían agua. Al este escuché unas pisadas ligeras, de pequeños animales. Con mi visión podía distinguir todo el lugar, incluso si los árboles intentaban taparme. Salté a las ramas de un árbol y me quedé ahí, frotando mis brazos, nerviosa. ¿Qué había pasado con mi vida? Sacudí la cabeza hacia atrás, y comprobé como había dejado un agujero impreso en la corteza. Quise llorar, y lo había intentado antes, pero las lágrimas no salían. Monstruo. Repetí internamente.

Apreté los puños y me dispuse a caminar, a correr, gradualmente aumentando la velocidad. Por más rápido que fuera podía ver todo, cada detalle y cada árbol, no era una nube borrosa, era nítido. Inhalé, finalmente saliendo del bosque por el patio trasero de una casa.

Salté la cerca y miré el cielo. Había descubierto de mala forma la cualidad que tenía mi piel con el sol, un día en Seattle de ella comenzaron a reflejarse los colores del arcoíris, como si fuera un diamante. Una niña pequeña junto a su padre me había visto, y se habían convertido en mi cena. ¿Cuánto no sabía de mí? Por suerte ese día el cielo estaba nublado.

Seguí caminando, no había casi nadie, pero mi garganta comenzó a arder, al encontrarme cerca de lo que parecía un hospital. ¡Quemaba! ¡Quemaba! Supe que necesitaba matar, y no me controlaba, comencé a correr, siguiendo mi instinto, era hora de asesinar, de cazar otra vez. -Sangre...-

Verde, ese era el color predominante en todo a mi alrededor, los arboles eran verdes, las rocas estaban cubiertas de musgo y el musgo era verde, incluso el suelo se cubria de pequeñas plantas color verde. Siempre odie ese color, no iba conmigo, normalmente elegia colores mas oscuros. El verde era un color alegre que contrastaba con mi estado de animo habitual pero en este lugar parecia dar un grado de depresion que no vi en ningun otro sitio. Tal vez estar confinada aqui era lo que me hacia verlo de esa forma, pero debia quedarme para no ser encontrada.

 Hace ya mucho tiempo que escapé de Volterra, un lugar donde la sangre y la ley lo eran todo, un lugar lleno de secretos y conspiraciones. Yo estaba harta de todo eso, harta de poder morir en una lucha y harta de ser utilizada, de ver como usaban mi don para cambiar la vida de las personas sin el menor escrupulo. Por eso escapé, para alejarme de todo aunque eso significara vagar en el limbo eternamente. No debía llamar la atención porque tal vez eso los alertaria. Dimitri era el unico capaz de encontrarme si se lo propusiera y esa era la unica razon por la que continuaba huyendo. Esperaba que los Vulturis tuvieran cosas mas importantes entre manos que buscar a una miembro de la guardia profuga.

El olor llegó rapido a mi, fue una rafaga de aire la que lo atrajo hasta el bosque, olor a vampiro. Mis musculos se tensaron apenas lo sentí, no pertenecía a ningun miembro aunque siempre pudieron reclutar a otros vampiros. Mi primer instinto fue correr lejos de este pueblo pero había algo en particular que llamaba mi atención, el olor a samgre entro en mi nariz. Pesé a cualquier instinto natural me acerqué siguiendo el olor hasta encontrarme en las laderas del bosque y viendo la espalda de una chica rubia, entonces el olor me golpeo mucho mas fuerte. La idea de sangre hacía que mi garganta se secara para que segundos despues mi boca se inundara de ponzoña mientras ese fuego eterno comenzaba a crecer. Hace dos dias me alimente en Seattle porque no quería llegar al pueblo com hambre y asesinar aqui, tal vez los demas solo verían una sencilla desaparicion pero los Vulturis se darian cuenta apenas lo supieran. La vampira frente a mi continuaba mirando la construccion que parecía ser un hospital aunque esta mañana al pasar confundi un restaurante con una casa, tal vez era el supermercado. 

-Oye.

Tomé su brazo con mi guante cubriendo mi mano, tal vez fue una expresion algo agresiva pero por la manera que miraba al "hospital" no parecía tener buenos pensamientos.

-¿Estas bien?



  

Me encontraba totalmente hipnotizada, concentrada en ese dulce aroma que desprendía la construcción. Mi boca se inundó de ponzoña, y me llevé una mano al cuello, como si eso disminuyera el dolor que causaba el veneno. Podía imaginar cómo mis ojos se debieron encontrar inyectados de sangre, rojos, como los de un demonio, para luego pasar a ser de un puro negro, como media noche.

Estaba a punto de correr, calculando a cuantos podía matar. ¡Necesitaba matar ahora!, pero un toque frío en mi brazo me hizo saltar. Después todo debió pasar rápido, pero se sentía como en cámara lenta para mí.

Me di vuelta en un rápido giro y me coloqué frente a la vampiresa en posición de defensa, como una fiera que se siente amenazada, pero al mismo tiempo está dispuesta a atacar. Un sordo gruñido escapó de mi garganta, para volverse más fuerte.

Mire mi brazo un momento en la parte en que me había tocado. Mi boca se llenó de más ponzoña. La miré a los ojos, rápido y nerviosamente. Eran rojos, pero no escarlata como los míos, eran más oscuros, como carmín.

Gruñí otra vez, y entrecerré los ojos. Había olvidado que me había dicho, las palabras no me importaban, sólo me había concentrado en su acción. Estaba dispuesta a defender a mis presas, no quería que me quitara a los enfermos.

-¿¡Que quieres?!- Dije lo más amenazante que pude. Estaba muerta de miedo, pero mantuve mi expresión igual. Me sentía como una bestia feroz, como una víbora calculadora, pero una voz chillona al fondo de mi mente mi preguntaba donde había quedado mi humanidad, mientras que otra me decía que debía huir.

Sus ojos rojo escarlata me miraron dejandome helada un momento, una neófita. Desde el momento en que se movio supe que iba a tomar una posicion defensiva, aunque la rapidez de los neófitos era algo que siempre admire, mucho mas fuertes que los vampiros experimentados, eran una arma letal pero tenian un defecto, se guiaban por sus instintos. Los recien creados traian problemas, muertes inexplicables y a gran medida que atraian la atención de Italia y como si las cosas no pudieran ponerse peor ella trataba de atacar la construccionl, defendia a sus presas.

-No voy a quitarte nada.

Apesar de mi intento por tranquilizarla mi cuerpo optaba una posicion digna de cualquier depredador, eran instintos naturales los que me obligaban a protegerme aun cuando no hubiera peligro. Intenté relajar mis tensos musculos para darle mauor seguridad pero aun preparada por si ella planeaba atacarme llevarla dentro del bosque. El gruñido que me regalo ya era bastante malo, si alguien la escuchara prestaria atencion enseguida y ese sería su fin. Una ambulancia distrajo una parte de mi cerebro, eso confirmaba mis sospechas, era un hospital. Me tensé aun mas al oler la sangre fresca y su aroma escapando en la garganta insitandome a beber para apagar las llamas, el herido que bajaban probablemente tuvo un accidente de motocicleta ya que portaba una chaqueta de cuero negra. Velando por mi seguridad antes que por la suya volvi a tomarla del brazo adentrandonos dentro del bosque a una velocidad sobre humana esperando que no hubiera olido la sangre aun.

''No voy a quitarte nada'' Escuché que me dijo, por un momento pensé en dejar aquella extraña posición que había adaptado tan naturalmente, pero luego mi instinto surgió a flote y la miré con rostro amenazador. –No puedo estar segura- Mascullé.

En ese momento mi garganta se calmaba un poco, mientras tragaba la ponzoña que inconscientemente secretaba al sentir el efluvio proveniente del hospital. Antes de escuchar la ambulancia ya había sentido el aroma de la sangre. De pronto me di vuelta, y la otra vampiro había dejado de significar algo, me sentía como si solo yo y el herido estuviéramos ahí. El aroma me guiaba sola hasta mi próxima víctima, un hombre con una ensangrentada chaqueta de cuero. No necesitaba pensar, todos mis sentidos estaban enfocados en cazar. Ardía mucho, no podía resistirme.

La vampiresa me arrastró hasta el bosque corriendo casi tan rápido como yo podía. Me sacudí pero logró llevarme. Era la segunda persona de mi especie que veía después de ser convertida. Gruñí, -¡Mío!- Dije entre dientes, sabía que la máscara que antes intentaba construir se había caído por completo. ¿¡Ese era su plan!? ¿Planeaba quitarme mi presa? No, no la iba a dejar. ¿Acaso estaba convulsionando sin darme cuenta?

Intenté aflojar su mano, para liberarme. Estábamos dentro del bosque otra vez, y el ardor de mi garganta disminuyó un poco, casi nada, pero lo suficiente como para permitirme pensar algo más.

Caí en cuenta. ¿No buscaba a más como yo? Alguien que me dijera en que me había convertido.
Apreté mis labios de mármol, para luego volver a ese inexpresivo rostro de siempre. ¿Cuánto tiempo más podía aguantar así? La miré y la examiné, lo más lejos que podía, intentando no sentirme tan amenazada.

En ese momento sentí una extraña sensación, una epifanía, ¿¡Que rayos era!? Había algo en ella… Miré sus guantes, como si repentinamente supiera por qué los usaba.

FdR: Lo último es el don actuando por primera vez xD

Volvi a mi posision defensiva por si ella planeaba atacarme, no quería recurrir a atacarla primero porque esperaba encontrar una solucion mas facil aunque seguia preparada por si las cosas se salian de contro. Intenté alejarla lo mas rapido al bosque pero al parecer fue en vano porque su mirada me decia que olio la sangre. "Mio"dijo ella y esta vez solo espere un ataque inminente pero mis guantes llamaban su atencion, como si supiera algo y se distrajera por un segundo de su proposito original.

Mantuve mi rostro con una mueca fría, estudiando cada uno de sus movimientos y esperando encontrar el motivo por el cual miraba mis manos de esa manera, su rostro se notaba un tanto...¿conflictuado?, no, era mas como si desifrara algo, toda ella parecía intentar saber, tal vez nisiquiera sabía que era un vampiro.

-¿Qué miras?-pregunté lo mas calmada posible.

FDR: xD okey, soy la primera, estoy alagada.

Miré fascinada los guantes. Que… ¿Qué era eso que repentinamente sabía? Ella… Sacudí la cabeza exaltada. ¿Nosotros los vampiros podíamos hacer eso? ¿Qué era eso? ¿Éramos conocedores como ella de los recuerdos de los demás? ¡¿Cómo lo sabía?!

Alcé la vista saliendo de ese estado de pequeño trance. Su pregunta me descolocó, había olvidado incluso la sangre de antes… Pero comprobé que aún ardía de tan sólo pensarlo. Me relamí los labios pensando en ello. ¿Podíamos conocer recuerdos? Entrecerré los ojos, confundida y novata. No tenía experiencia, y eso me hizo notar que tan nueva y sola había estado todo ese tiempo.

-No lo sé- Contesté con sinceridad. Realmente estaba confundida y millones de pensamientos estaban paralelamente en mi mente. –Los… guantes-. Jamás había usado uno de ellos después de mi muerte, ¿Por qué ella sí?

-¿Cómo hice eso?- Pregunté luego de un momento silencioso, dando por hecho que ella sabía que era lo que había pasado.
En mi mente sólo estaba el caos, la confusión, una pizca de curiosidad, me miré y me di cuenta que había abandonado la posición de defensa. No la recuperé, pero retrocedí tres pasos y me quedé inmóvil. ¿Cuándo iba a terminar de descubrir qué era...?